En el capítulo
anterior de “Cadenas del amor trailero chun chun”…
― ¡Rosario Cándida Ramírez
del Galope Pérez Contreras! ― Gritó María de Todos los Ángeles Merced del Campo
cuando la descubrió en la cama con su marido. ― ¿Cómo pudiste? ¡¿Cómo pudiste acostarte
con Emilio Guzmán Castellanos Ponce de León?! Fue el único hombre del pueblo
con quién te pedí que no durmieras… me siento tan traicionada… tan sucia…
Cuando vio que su amiga no
respondía decidió adentrarse en la habitación y tomar asiento en la cama, donde
la pareja infiel le observaba con incomodidad.
― Es que… ― Rosario Cándida
Ramírez del Galupe Pérez Contreras se cubrió con una bata y se acercó a ella. ―
Nunca me pediste por favor que no lo hiciera… cuando me lo dijiste parecía más
una orden y a mí no me gusta que nadie me dé ordenes.
― A mí tampoco ― Coincidió
Emilio Guzmán Castellanos Punce de León. ― Cuando ese padre me hizo decir
“acepto” me sentí obligado así que no pudimos evitarlo… lo sentimos.
María de Todos los Ángeles
Merced del Campu rompió en llanto y abrazó a su amiga.
― ¡En ese caso todo está
bien! ― Exclamó, también abrazando a su marido. ― ¡Todo queda olvidado! Ahora
vamos a meternos todos en la cama y vamos a celebrar. ¡Señor paleontólogo, deje
de investigar esa tumba de nativos maldita en nuestro sótano y venga a celebrar
con nosotros!
…Y en el capítulo
anterior de “Perdidos en Texas”…
― ¡Es la tercera vez que te
arrestan este mes, Zack! ¡LA TERCERA!
― ¡Oye, yo no pido que me
apoyes en TODAS las cosas estúpidas! ¡Pero al menos puedes resignarte!
― ¿Perfume De Lago De
Cristal? Creo que en Ciudad Grande a estas horas aún es muy temprano, eso
explicaría porque me contesta tú buzón de voz jeje… en fin, solo quería decirte
que ¡ERES UNA MENTIROSA MALA VIBRA!
― ¿Dónde está el mono?
― Ya los tenemos a ambos.
Los hemos atrapado justo a tiempo, ahora mismo los llevaremos a la sala de
detención para que puedan proceder.
― ¡Oh, tienes que estar
bromeando! ¡Si llega una cuarta en este mismo momento voy a quedar soltero!
“Y ahora la
continuación… (De perdidos en Texas,
no de cadenas del amor trailero chun chun, si quieren ver eso enciendan la
televisión y sintonicen televisa o su canal novelero de preferencia)”:
Por muy extraño que les suene, el estar esposado y atado a una mesa, en
una pequeña habitación oscura con otra iluminación que una lámpara de
escritorio que era usada como arma intimidadora de interrogatorios no era un
ambiente nuevo para mí. Lo que si era un ambiente nuevo, era ser incriminado
falsamente por tratar de robar un mono propiedad de aduana y que se me acusara
de complicidad con una completa extraña que no paraba de decir:
― ¡Soy inocente, inocente les digo!
― ¡BASTA CON ESO! ― Gritó, amenazante Edward con un golpe a la mesa que
estremeció incluso a sus colegas. ― ¡Exijo que me digan que pretendían hacer
una vez tuvieran al mono fuera del aeropuerto! ¿Querían venderlo a los
traficantes de pieles? ¿Entrenarlo para entregar droga como ese simio de the hangover?
― Señor Edward ― Resoplé, tratando desesperadamente de reunir toda mi
paciencia ya gastada con anterioridad en mis otros intentos fallidos de darme a
entender. ― Le he dicho hasta el cansancio que yo, uno: no trataba de robarme
al mono y dos: ¡NO TRABAJO CON ESTA LOCA!
____
Ah, pero que grosero de mi parte, me he olvidado que este capítulo no va sobre lo que pasó después de que nos capturaran a Emi y a mí, dispensen
por favor mi torpeza y permítanme comenzar de nuevo el capítulo como se debe.
Es un capítulo muy interesante al cual me gusta llamar:
Capítulo 3: Sobre como Alex
trató mal a Bruno y a Pedro, sobre como terminó subiéndose a ese avión de una
forma tsundere y poco convincente y sobre cómo es que llegué yo al aeropuerto
después del accidente automovilístico y sin Ellie.
Emi colgó. Dejando a Alex en un completo estado de confusión,
desconcierto, frustración y desesperación… ¿En verdad estaba en un avión, o
solo era una de sus pésimas excusas para que él dejara de buscarla y pudiera
irse a escuchar tocar a Pablo? ¿Cuándo habían llegado a eso? Hasta ese momento,
a Alex le gustaba pensar que Emi confiaba en él lo suficiente como para no
mentirle, pero esa noche todo había salido tan mal que a esos extremos habían
llegado.
― ¡Eso me dolió, maldito! ― Se quejó Marco, poniéndose de pie después de
que Alex lo tirara al suelo debido a la sorpresa que le provocó la llamada de
Emi. ― Eres un pésimo secuestrador, ¿Sabes?
Alex le ignoró. A partir de la llamada de la pequeña, ese mocoso había
perdido importancia. Tanto así que avanzó hasta el Taxi, sacó la bicicleta de
la cajuela y la tiró en el suelo con brusquedad.
― ¿Sabes andar en bici, no? ― Preguntó el rubio, mientras se subía al
taxi. ― Mejor empieza a andar, que aún tienes que llegar por tú novia europea
esa y llevarla al aeropuerto.
― ¿De qué estás hablando? ― Preguntó Marco, con nerviosismo notorio. ―
¿Piensas dejarme aquí? ¡Me tomará 5 horas enteras volver en bicicleta y a estas
horas ya no pasan autobuses! ¡No es
justo, yo te dije lo que sabía!
― Bueno, también te fugaste con Emi cuando le prohibí salir, la llevaste
a un aeropuerto internacional y por ello terminó tomando un avión sabrá Dios a
donde, indirectamente fuiste responsable de que una mujer enorme me golpeara,
robaste mi motocicleta, me hiciste seguirte con una bicicleta por toda la
ciudad, me bañaste en alcohol, me metiste en un lio con una tipa más fea que el
hambre y casi haces que me arresten… ¿Sabes qué? He cambiado de opinión, mejor
te quito la bicicleta para que camin…
Antes de que Alex pudiera terminar de hablar, Marco ya se había montado
al aparato y arrancado como alma que lleva el diablo, a sabiendas de lo
terrible que sería tener que caminar desde la vecina San Peteschica hasta
Ciudad Grande.
(Si quieren saber de qué están hablando estos dos, tendrán que esperar
al capítulo especial de “¡Cuando comenzamos a vivir juntos! (Creo)” que sale…
tal vez a finales de año)
― ¡Vas a pagar por esto, Alex! ― Le aseguró, con rabia. ― ¡Ya lo
veráAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH…
Marco no pudo terminar su frase,
pues perdió el control y se estrelló contra un farol. Alex se carcajeó.
― ¡Ah, por cierto, un auto me arrolló un poco mientras te perseguía así
que el manubrio no funciona del todo bien! Pero no te preocupes, ¡Ya le
agarrarás la maña!
Alex dejó de prestarle atención a Marco y se subió al taxi, donde el
señor del taxi le esperaba con una mirada de damisela cautivada.
― Después de todo la crueldad le viene como anillo al dedo ― Pensó el
taxista, sonrojándose. ― Me pregunto si así será también en la intimidad…
― ¿Puede llevarme por favor al bar de antes? Necesito verificar que la
pequeña no esté ahí…
― A la orden ― Asintió el taxista, con seriedad… pero su cara en cambio
mostraba otra actitud completamente polar. ― ¿La pequeña amiga sí que la ha
liado en grande esta vez, no?
― De no haber titubeado esto no hubiera pasado ― Se culpó a si mismo
Alex en respuesta. ― Hubo un instante en que en verdad planeaba dejarla ir,
pero ella se me adelantó, escapándose y burlándose de mí… y a mí nadie me va a
ver la cara de tonto. Mucho menos bajo mi propio techo.
― Si yo estuviera bajo tú propio techo haría de todo menos verte la cara
de tonto, ¡Tigre! ― Murmuró en voz baja el taxista, sonrojándose.
― ¿Dijiste algo? ― Preguntó Alex,
que miraba por la ventana con aires pensativos.
― D-dije qué… si ella viviera bajo mi propio techo le enseñaría que no
tengo un pelo de tonto, ¡Tigre!
― ¿T-tigre?
― ¡Me olvidé de cambiar esa parte! ― Pensó con pánico el taxista. ―
¿Ahora qué le diré? Todo iba tan bien entre nosotros y ahora pareciera que…
No hubo necesidad para que el Taxista respondiera, pues en ese momento
Alex recibió una llamada en su celular. Un número desconocido…
― La llamada por parte de alguien peculiar que mencionó la pequeña… ―
Murmuró, dubitativo entre tomarla o ignorarla. Finalmente se decidió a atender.
― ¿Hola?
― ¡En las mareas se puede notar la tempestad que el viento y el trueno
provocan en conjunto, esa es una de las pocas verdades honestas que quedan!
― ¿Qué significa esto? ― Preguntó Alex con fastidio. ― ¿Es una clase de
broma? No tengo tiempo para esto, voy a colgar.
― Lo que quiso decir mi novia ― De pronto apareció otra voz al habla,
esta vez era un hombre. ― Es que quiere reunirse contigo para hablar acerca de
los daños colaterales que este conflicto entre Emi y tú ha dejado, además de
decirte con certeza que su destino es seguro y que estará de regreso antes de
que comiences a extrañarla siquiera.
Alex se estremeció ante los comentarios concretos que ofreció el hombre
al otro lado de la bocina. Finalmente, se decidió a optar por escuchar lo que
tenían que decir.
― ¿Pueden venir a mi departamento para que podamos hablar? Está en la…
― Emi ya nos ha dado la dirección, gracias ― Le interrumpió. ― De hecho,
nos ha dado las llaves y ahora mismo estamos haciendo café en tú cocina… ¡Oye,
Perfume De Lago De Cristal no enciendas fuego a eso! ¡APAGALO YA!
Alex se asustó, ¿A qué le había prendido fuego? ¿A qué clase de locos
había encontrado Emi? El pánico se apoderó de él, que de inmediato se dirigió
al señor del Taxi.
― ¡Le pago el doble si llegamos ahí en la mitad de tiempo!
_____
Para darle variedad al capítulo (y para darle un descanso a los haters
de Alex), vamos a usar la magia de la literatura para trasladarnos a varias
horas después en Texas, para narrar que fue lo que ocurrió después del
accidente automovilístico que sufrimos Ellie y yo, y así entiendan como fue que
Emi y yo terminamos cruzándonos en el aeropuerto.
Como ustedes recordarán, nos chocó un sujeto al cual decidí apodar
como el
Hipster, que tenía una personalidad bastante soberbia e indiferente y que
incluso trató de escaparse después de estrellarse contra nosotros.
Afortunadamente, el motor de su auto quedó dañado y escapar fue imposible.
Viendo mi paciencia mermada, dije a Ellie que llamara a la policía y él…
― ¡No, a la policía no! ― Suplicó, ahora entrecruzando los dedos de sus
manos y arrodillándose. ― ¡Tengo que ir a recoger a la estrella más grande que
Texas haya conocido jamás y si no lo hago mi carrera estará arruinada!
― Un momento ― Se interpuso Ellie, con una sonrisa de oreja a oreja. ―
¿No me digas que vas a ir por Nick Jonas?
Él negó con la cabeza.
― ¿Beyonce? ― Sugerí.
Negó nuevamente.
― ¿Justin Bieber? ― Intentó Ellie, recordando por supuesto el tremendo
enamoramiento de su hermana menor por el joven ídolo.
Pero el Hipster negó nuevamente.
― ¿Juan Gabriel?
― ¿Justin Timberlake?
― ¿Jack Bauer?
― ¿Jason Mraz?
― ¿Jason Stattham?
― ¿Jennifer López?
― ¿Por qué todos empiezan con la letra J? ― Preguntó finalmente el
Hipster. ― Y no, ninguno de esos artistas de medio pelo le llega a los talones
a mí estrella…
― Entonces… ― Ellie abrió los ojos y me miró, emocionada. Yo hice lo
propio, todo parecía indicarlo. ― La estrella que mencionas es…
Hicimos una pausa dramática y finalmente gritamos:
― ¡¿LOS TIGRES DEL NORTE?!
― ¡Par de ridículos! ― Nos insultó, perdiendo la paciencia, dando media
vuelta y marcando paso en dirección al aeropuerto. ― ¡No tengo tiempo para
estupideces! Mocosos sin respeto, corrientes… no puedo creer que solo por haber
arrollado su auto tengo que sufrir así… ¡Me largo!
Ellie y yo nos quedamos mirándolo en silencio por un par de segundos.
― Llamaré a la policía. ― Anunció ella.
― Eso parece lo indicado ― Coincidí. ― Después de todo, está escapando.
El Hipster se estremeció, se retorció en su propio eje durante varios
segundos y terminó regresando a nuestro lado, con la mirada baja.
― No llamen a la policía, ¿De acuerdo? Solo… vamos a llamar a la
compañía de seguros y dejemos que ellos se encarguen… no tenemos porque meter a
la ley en esto, ¿Bien?... no se supone que les diga esto, pero… el mono de mi
jefe está en peligro… y… él ama a ese mono… y la verdad… yo también le he
cogido bastante cariño… es muy noble.
― ¿Entonces tú jefe es solo uno de esos artistas callejeros que hace
bailar a un mono? ― Pregunté, con decepción. ― Está bien, Ellie… llama al
seguro y vámonos de aquí antes de que este
nos pegue lo corriente.
― Tienes razón ― Coincidió, esbozando una cara de desagrado, tomando su
teléfono y buscando en la lista de contactos. ― Tanta emoción y tanto alardeo
para tan poco artista.
― ¡Mi jefe NO es un artista callejero! ― Chilló, como si estuviese a
punto de ponerse a llorar. ― ¡Está bien, les diré su identidad solo porque
quiero ver como se les caen los calzones!
― Eso es acoso sexual. ― Señalamos, al unísono, con tranquilidad. El
Hipster se encogió de hombros. Evidentemente ya perdiendo los estribos a
límites excepcionales, para degustación nuestra.
― ¡Mi jefe es el grande, el único, el inigualable, el inimitable, el
siempre imitado jamás igualado, el enorme Lee Brice! ¿Cómo les quedó el ojo,
muchachones?
Ellie y yo intercambiamos miradas con neutralidad, como rebuscando en
nuestras mentes a por el nombre mencionado por el Hipster. Finalmente fui yo
quien logró ubicarlo.
― ¿El cantante de country? ― Pregunté, arqueando una ceja.
― Tú lo has dicho ― Asintió el Hipster, esbozando una sonrisa de oreja a
oreja, tan orgullosa como si estuviéramos hablando de él mismo. ― es EL
cantante de country.
― MEH ― Despreció Ellie, resoplando. ― No es tan famoso…
― Ni tan grande- ― Agregué.
― Ni tan único…
― Ni tan bueno…
― Ni tan genial…
― Tampoco es EL cantante del country… apuesto a que ahora mismo podemos
mencionar unos 5 mejores, como Brad Paisley…
― O Billy Ray Cirus…
― O Keith Urban…
― O Rascal Flatts…
― O Trace Adkins…
― O Taylor Swift…
― O Luke Bryan…
― O Josh Turner…
― O Jewell…
― O…
― ¡SILENCIO, LOS DOS! ― Gritó el Hipster, con el rostro rosado y
completamente fuera de sus casillas, provocándonos una risa ahogada. ― ¡LEE
PODRÁ NO SER TAN FAMOSO COMO ESOS, PERO ES MEJOR EN TALENTO, CORAZÓN,
INTELIGENCIA Y CARISMA!
― ¿Pues solo eso le queda, no? ― Bufó Ellie, sonriente. ― El tipo solo
tiene una canción conocida… apuesto a que puede andar por las calles de las
ciudades sureñas sin ser saludado más que un par de veces por mes.
― ¡Apuesto a que puede durar una semana loca de rodeo parado en medio
del espectáculo sin que nadie le reconozca!
Ellie y yo no aguantamos más, nos carcajeamos como locos. Incluso
después de haber tenido un accidente automovilístico y de haber estado peleando
todo este tiempo, terminamos riéndonos, abrazados… con nuestros rostros frente
a frente, disfrutando de nuestras sonrisas desbordantes de alegría… es en estos
momentos donde uno se pone a pensar como se debe, donde el orgullo no tiene
cabida para darse cuenta de lo que en verdad es importante.
Buscamos nuestros labios casi con ansiedad, más bien con necesidad; y
nos dimos un tierno beso de reconciliación donde las palabras no eran
competencia, los motivos eran olvidados y toda molestia quedaba atrás. Al
separarnos, acaricié sus mejillas con mis manos.
― Lamento haber sido un imbécil todo este tiempo… yo… no he sabido medir
las consecuencias de mis actos como es debido, he actuado como un niño y encima
he pretendido que eso es lo correcto…
― No, no digas eso ― Contestó al instante, apenada. ― Yo entiendo que
debes de divertirte con tus amigos… y estuvo mal haberte dicho que no hicieras
tonterías de forma egoísta… la que debe disculparse soy yo…
Reímos, incluso para pedir disculpas ninguno parecía ceder terreno,
afortunadamente las disculpas no eran necesarias cuando se tiene algo como lo
que Ellie y yo teníamos… es difícil de explicar, pero espero que en algún
momento de sus vidas todos puedan comprenderlo igual que nosotros.
― Y hablando de mis amigos ― Levanté una ceja. ― ¿Qué estarán haciendo
Junior y Rocko?
________
(En la comisaría de Texas, 15:25 horas, celda #4)
― No hay moros en la costa ― Murmuró Junior, que revisaba los pasillos. ―
Es nuestro momento.
― ¿Nuestro momento de qué, Junior? ― Preguntó Rocko, que jugaba cartas
con los otros presos. ― ¿Puedes pro favor estarte quieto hasta las 6? A esa
hora nos van a dejar ir.
― ¡Silencio Morgan, o te escucharán! ― Junior corrió hasta el escusado
de la celda y tirando con todas su fuerzas logró hacerlo a un lado, debajo
había un agujero. ― Por lo que yo sé… entre los presos hay un topo que le ha estado
comentando al celador de nuestros planes.
― Ese fui yo, le dije que estabas loco y querías escaparte para que no
me aumentara la condena… ¿Y en qué momento cavaste ese agujero?
― ¡No hay tiempo para preguntas estúpidas, Morgan, nos vamos de aquí!
― No sé a dónde quieres ir pero no cuentes conmiGHOOO…
Rocko no pudo ni completar su oración antes de que Junior lo arrastrara
hasta el agujero y lo lanzara boca abajo dentro del mismo.
― ¡Ahh, Junior hijo de puta! ¡¿Estás enfermo o qué?! ¡Este lugar es demasiado
estrecho grandísimo pedazo de idiota!
― ¡Escapa, Morgan! ― Gritó Junior en respuesta. ― ¡Huye y nunca
regreses!
― ¡No puedo hacerlo, idiota! ¡¿Crees que si pudiera salirme de este
maldito agujero no lo hubiera hecho ya?!
― Guarda silencio Morgan. ― Ordenó el rubio, en voz baja.
― ¡QUE GUARDE SILENCIO TÚ POBRE MADRE QUE DEBE DE SOPORTARTE A DIARIO!
¡AHORA, VEN Y AYUDAME A SALIR DE AQUIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHHH…
Rocko salió del agujero tras un fuerte jalón de las piernas, vaya
desencanto que le provocó descubrir que quién lo sacó fue un guardia.
― ¿Con qué tratando de salir de este maldito agujero, no? ― Preguntó el
guardia, que obligó a Rocko a ponerse de pie. ― Acompáñeme a las oficinas,
vamos a ponerle otras horas de condena para que aprenda a no hacerse el
graciosito ni a destrozar nuestras celdas…
― Pe…pe…yo…yo… pe… pe… ― Rocko no fue capaz de completar una sola
palabra, y tampoco era como si el guardia hubiera estado dispuesto a escuchar
lo que iba a decir, terminó esposándolo y llevándoselo para aumentar su
condena.
― No te preocupes, Morgan ― Murmuró Junior al oído de Rocko mientras
salía de la celda. ― Prometí ante la tumba de Gary que nos sacaría a ambos
fuera de esta fortaleza, y eso planeo hacer… este apenas es el comienzo.
_____
(De vuelta a donde fue el accidente, 15:25)
― Seguramente estarán ya liberándolos ― Aseguró Ellie. ― Me hubiera
encantado liberarlos junto contigo, pero cada fianza era de $100, y ambos
sabemos que de esos no tengo muchos al mes.
― Lamento que los gastaras en mí, los conseguiré de vuelta, ya verás.
― No te preocupes por eso… ahora, déjame llamar de una buena vez a los
del seguro, ¿Por qué no te ocupas de que nuestro curioso amiguito haga lo
mismo?
Asentí, y mientras ella se llevaba su celular al oído me di media vuelta
y busqué donde estaba el Hipster la última vez que le vimos… ya no estaba ahí.
― ¿Eh?... ¿Pero qué…?
Rebusqué en los alrededores, el desgraciado ya no estaba ahí. ¿Dónde
estaba? Seguramente había corrido hasta el aeropuerto para encontrarse con Lee
Brice, ofendido después de que nosotros nos riéramos de él.
― Malas noticias ― Le dije a Ellie, apenas terminó su llamada. ― El
Hipster ha escapado… tal vez se ha ido al aeropuerto a ver a su súper estrella.
― ¡Rayos! ― Maldijo, llevándose su mano a la frente. ― ¡Es que si no
está él presente los del seguro no van a poder proceder!
― Pues vayamos a buscarlo, el aeropuerto está a unos 10 minutos.
― Pero no puedo abandonar el auto ― Negó, lamentándose. ― Me dijeron que
llegaban en cosa de 5 minutos y que no me moviera de aquí, y si nos vamos y
cuando lleguen no estamos aquí se van a ir sin hacer nada los holgazanes
infelices.
― Entonces cuando lleguen les explicamos que el Hipster se ha escapado y
que tendrán que tramitar las cosas sin él presente.
― Tampoco es una opción ― Resopló. ― Me contó Karla que cuando el que
provoca el daño no está presente hay una reducción importante del presupuesto
que te entregan…
Nos encogimos de hombros y nos recargamos en el auto del Hipster,
maniatados por culpa del escape de ese maldito calvo soberbio.
― Ve a buscarlo tú al aeropuerto, amor ― Ordenó. ― Así yo estaré aquí
cuando lleguen los del seguro, tú lo encontrarás y lo harás venir a atender su
deber.
― No pienso dejarte sola aún si es por solo unos minutos, ¿Estás loca?
¿Qué tal si algo te pasa?
― Los del seguro no van a tardar y además llamaré a mamá para que venga
a recogernos, te digo… tú ve por el Hipster y vuelves, prometo que nada me
pasará.
Dudé, insatisfecho. Pero finalmente la segura sonrisa de Ellie fue
pomada en el asunto y me obligó a resignarme a su propuesta.
― Está bien ― Accedí, finalmente. ― Voy y vuelvo en menos de lo que
canta un gallo… metete al auto y cierra las puertas, si alguien que no es del
seguro se te acerca, enciéndelo y huye para nunca regresar, ¿Bien?
Ella rió.
― Está bien, amor… nos vemos aquí en unos minutos.
Y esa, amigos míos, es la razón por la que me separé de Ellie después
del accidente y fui al aeropuerto. Para buscar al Hipster. Por supuesto, que yo
no esperaba que al llegar al aeropuerto ocurriera esto…
― A-ayúdame ― Murmuró,
perfilándose levemente a mi costado. Sin esperar a mi respuesta estrelló la
jaula en mi pecho, provocando que yo por puro reflejo la tomara en mis manos.
Empezó a correr con una velocidad que ni al mismísimo Speedy Gonzales se le vio
usar nunca ni en sus mejores años. ― ¡Adiós!
Ni esto…
― Ya los tenemos a ambos ―
Anunció uno de ellos por la radio. ― Los hemos atrapado justo a tiempo, ahora
mismo los llevaremos a la sala de detención para que puedan proceder.
Y mucho menos esto…
― ¡Exijo que me digan que
pretendían hacer una vez tuvieran al mono fuera del aeropuerto! ¿Querían
venderlo a los traficantes de pieles? ¿Entrenarlo para entregar droga como ese
simio de the hangover?
Pero de eso ya hablaremos en el próximo capítulo, por ahora nos toca
revisar que fue lo que provocó que Alex tomara un avión a Texas…
____
(Ciudad Grande, día 1, 4:00 am)
― Entonces… ― Alex se cruzó de brazos. ― ¿Quiénes son ustedes y por qué
tienen las llaves de mi departamento?
― No puedo decirte quién soy con burdas palabras de un lenguaje
inventado por represores necesitados de comunicación, pero puedo decirte que mi
nombre es Perfume de Lago de Cristal ― Se presentó Pedro, moviendo sus manos
como si se las estuviera lavando. ― Soy lo que mi sharktar quiere que sea, ya
que él soy yo es una decisión natural. Sobre tú otra pregunta, nadie es dueño
de nada más que de su propio espíritu .
Alex no supo que decir, así que la observó por un par de segundos,
asintió y luego se volvió hacia Bruno.
― De ahora en adelante voy a dirigirme a ti ― Anunció. ― Voy a
preguntarlo de nuevo, ¿Quiénes son ustedes y porque tienen las llaves de mi
departamento?
― Bueno… ― Bruno se llevó su mano derecha a la barbilla. ― En realidad
no estoy completamente seguro de todos los detalles, pero si mal no recuerdo… Emi
dijo algo sobre como no la tomabas en serio, luego Perfume De Lago De Cristal
dijo algo sobre un viaje para encontrar su diosa interna, luego Emi dijo que
quería irse a París, luego tomó nuestros pasaportes, nuestro dinero, el
departamento de ella y se subió en nuestro avión.
Alex guardó silencio nuevamente, pero esta vez trataba de tomar los
vagos comentarios de Bruno y encontrarles sentido. Había mucho para tener en
cuenta como para tomar conclusiones adelantadas, por ejemplo: ¿En serio era
posible que en un descuido de dos horas su pequeña se subiera a un avión
utilizando el pasaporte y boleto de una completa desconocida? Aún si fue así,
¿Por qué lo haría? Sabía que Emi era impulsiva y gran parte de sus peores (y
algunas de las mejores) surgían gracias a sus arrebatos de locura, ¿pero
subirse a un avión para viajar a una ciudad lejana? ¡La chica ni siquiera había terminado de
domar esta ciudad por si sola! Además, amaba estar en Ciudad Grande, la única
explicación que encontraba a esta posibilidad, era que los tipos que tenía al
frente le lavaron el cerebro con artimañas para hacerla subir a un avión… y sin
embargo, ¿Qué necesidad tendrían ellos de andar enviando chiquillas a otros
destinos?
― ¿Son ustedes traficantes de
blancos?
― ¡¿QUÉ?! ― Gritó Bruno. ― ¡Claro que no!
― ¿Entonces, por qué enviarían a una chiquilla a otro lugar? Por más que
lo pienso, no encuentro una razón.
― Bueno, principalmente, es porque ella está loca ― Apuntó, señalando a
Pedro. ― Pero no es por tener malas intenciones, como ya te dijimos al
teléfono, Emi está segura y volverá pronto, completita y con TODOS sus órganos
donde pertenecen.
Para un sujeto como Alex (así como para casi todos nosotros), esta situación
era completamente nueva, nunca antes en su vida se había topado con algo
parecido. Por lo que era natural que incluso a estas alturas la posibilidad de
que todo fuera una mala broma/excusa de Emi seguía teniendo una pequeña
presencia en su lista de posibilidades. Tristemente, conforme pasaba el tiempo,
las posibilidades iban desapareciendo una a una. Ahora ya eran casi las 5 de la
mañana, seguramente el concierto ya había terminado y ella seguía sin aparecer…
todo parecía indicar a que lo único que le quedaba era a creer en lo que ese
par de extrañas personas le contaban… y eso no le gustaba nada… de hecho, eso
lo ponía furioso.
― Entonces, irresponsablemente… ¿enviaron a una pobre e inocente
chiquilla a un lugar que no conocía, sin nadie que conozca sin otra pista
alguna que el de una estúpida meta espiritual? ¡Ustedes son imbéciles, es lo
que son!
― ¡Oye! ― Le retó Bruno, poniéndose de pie, desafiante. ― ¡Controla tu
boca, que aquí la que decidió viajar fue Emi! ¡Y que la llames pobre e inocente
teniendo 18 años simplemente es para reír!
― ¡Tenga la edad que tenga, ella no es de las que puedan tomar
decisiones de esa índole así como así y por si solas! ― Alex se puso de pie por
igual, dispuesto a todo. ― Yo la estoy cuidando en nombre de su hermano, así
que no tenían derecho de lavarle el cerebro con estupideces mágicas y místicas.
Son un par de metiches que no saben respetar, nada más.
― ¡AH, ¿SÍ?! ― Bruno se acercó hasta quedar frente a frente con Alex,
sus abdómenes rosaban uno con otro. Al más mínimo rozón, seguramente todo
terminaría de forma violenta. ― ¿Por qué no me lo repites a la cara, flacucho?
Alex estaba a punto de decirle “Me-Ti-Che” para dar inicio al
entronconazo, pero la tercera persona en el departamento finalmente se decidió
a volver a abrir la boca.
― Nos culpas a nosotros de tus propios errores, Kalskur.
Bruno se separó de Alex al instante, para mirar a su mujer, con
incertidumbre. Alex hizo lo propio.
― ¿Quién es Kalskur? ― Preguntó Alex.
― Eres tú ― Se interpuso Bruno al instante. ― Nombres espirituales bla
bla larga historia, sigamos.
―… La razón por la que Kabrishka ha tomado este viaje, no es otra que tú
accionar, Kalskur… ― Continuó Pedro, haciendo caso a Bruno con el asunto de
acelerar la conversación. ― Fuiste tú quién la opacó y rebajó a un nivel menor
que el que merece y aspira… sin embargo, insistes en culparnos a nosotros, los
médiums de lo inevitable… eso es triste, muy triste sin duda.
― ¿Rebajarla? ¿De qué estás hablando? Si es por todo ese asunto de no
haberle dado el permiso de ir a ese estúpido concierto…
― No es por el concierto ― Le interrumpió Pedro, con un temple
implacable. ― Y eso lo sabes… ella te dijo su verdadero malestar, el concierto
solo fue la gota que derramó el vaso… tú no la respetas como un igual… solo la
tomas como una criatura a la que ordenas y mantienes bajo techo al tiempo en
que por pequeños momentos le haces sentir algo completamente distinto… ¿En
verdad crees que culpándonos a nosotros de su destino actual vas a cambiar el
hecho de que eres tú quién ha causado tanta incertidumbre? Eres tú, Kalskur,
aún cuando Emi está lejos de ti en este momento, eres tú a donde ella está
viajando… ¿Qué vas a hacer? ¿Quedarte aquí quitándote las culpas o tomando
cartas en el asunto para variar?
Incluso para Alex, fue imposible no dudar ante las palabras fuertes,
directas y con alto significado de verdad de Pedro, le parecía imposible creer
que la chica apenas y hubiera compartido un par de horas con Emi, de hecho, era
de las primeras en descifrar todo lo que había pasado en los últimos meses con
un simple dialogo… ciertamente, comprendía como Emi cayó ante su propuesta.
Afortunadamente (O al menos así lo era para él en su mente terca) él era un
hueso mucho más duro de roer, y no permitiría que una serie de artimañas le
hicieran replantearse su comportamiento cuando él más que nadie sabía lo que
hacía.
― Largo de mi departamento ― Les ordenó a ambos. ― Voy a dormir, mañana
trabajo y voy a clases.
Bruno y Pedro obedecieron en silencio, aunque esta última no se fue sin
decir una última línea.
― Está bien, Kalskur… nos iremos, pero así como nosotros estamos
partiendo a otro lugar, no olvides que si no replanteas tú accionar, Kabrishka
también puede hacerlo con la misma facilidad, y alguien como ella encontrará
cabida en muchísimos santuarios donde le tratarán mejor de cómo tú lo has
hecho.
Pedro cerró la puerta.
― Bueno, ¿Nos vamos? ― Preguntó Bruno, encogiéndose de hombros. ― La
verdad tengo algo de hambre… ¿Quieres que vayamos a buscar un puesto de menudo
o algo?
― Aún no ― Se negó Pedro, levantando la mano en señal de alto. ― Espera
3…2…1…
Alex abrió la puerta con brusquedad y se acercó a ambos.
― ¿Dónde está?
― ¡No te lo diremos nunca! ― Gritó Bruno, cruzándose de brazos.
― Austin, Texas. ― Contestó por otra parte Pedro.
― ¡¿QUÉ?! ― Gritó Bruno.
― Esto no significa que esté dándote la razón, mujer loca ― Aseguró
Alex, con pesadez, cerrando la puerta tras de sí. ― Yo mismo he llegado a la
conclusión de que tengo que darme a respetar yendo por ella… ¿Vas a darme tú
dirección y todo lo necesario para dar con Emi, no?
― ¡NUNCA! ― Gritó Bruno nuevamente. ― ¡PROMETIMOS A EMI NO DECIR NADA!
― Ya te los anoto. ― Repuso Pedro, nuevamente sin dudar por un instante,
sacando una libretita y una pluma de su bolso.
― ¡¿QUÉ?! ― Exclamó Bruno, una vez más sorprendido ante la postura de su
prometida.
― ¿Hay algo más que necesite saber? ― Preguntó Alex, recargándose en la
pared.
― Hay 3 cosas ― Pedro le miró a los ojos, con seriedad sepulcral. ― La
primera es…
¡Eso fue todo por hoy! Espero hayan disfrutado el tercer capítulo de
“Perdidos en Texas” ¡Hasta la próxima! Y no me odien por la troleada al final,
pero es que hay que mantenerlos intrigados.
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